Durante los últimos años en algunas organizaciones se está obligando a un elevado porcentaje de trabajadores, las mujeres, a que decidan entre tener una carrera profesional o ser madres. Y no es una elección excluyente.
Estamos dejando escapar el talento de profesionales preparadas, formadas y productivas que, ante la disyuntiva, deciden aparcar su vida profesional para cuidar a sus hijos.
Aquellas empresas que facilitan la reincorporación de las mismas ven cómo la productividad se ve potenciada hasta cotas muy altas, incluso sorprendentes, y que gracias a estas “facilidades de conciliación de su vida familiar y profesional” consiguen una mejor retención del talento, ya que el capital humano de la empresa es lo más importante.
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